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Las aguas residuales son un recurso valioso que debemos devolver al medio receptor en una calidad adecuada, especialmente en zonas que se encuentran bajo una fuerte presión hídrica.

El calentamiento global, cuya intensidad e impacto económico y medioambiental ha aumentado de manera significativa en los últimos treinta años, está restringiendo la disponibilidad de agua dulce para el desarrollo urbano y la agricultura. Así, el futuro del planeta pasa por la gestión sostenible y eficiente del agua.

Según el informe del Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos de la UNESCO, un 80% del agua residual del planeta regresa al ecosistema con una calidad inadecuada, no pudiéndose usar como recurso vital. En este sentido, la materia orgánica y nutrientes pueden llegar a impactar negativamente tanto en el medio ambiente como el ser humano.

Las aguas residuales no depuradas reducen la calidad de las fuentes naturales de agua dulce, lo que supone en muchos países en vías de desarrollo un gran problema para la salud de las personas.

Invertir en tecnologías para el tratamiento eficiente de las aguas residuales y otras infraestructuras de saneamiento es crucial para lograr beneficios de salud pública, mejorar el medio ambiente y la calidad de vida. Los servicios de agua, saneamiento e higiene administrados de manera segura son una parte esencial para prevenir enfermedades y proteger la salud humana durante los brotes de enfermedades infecciosas.

Además, el tratamiento de aguas residuales ofrece una propuesta de doble valor, ya que sumado a los beneficios ambientales y para la salud, puede generar ingresos económicos a través de la reutilización en diferentes sectores.

En esta línea, los recursos obtenidos a partir de las aguas residuales, como los nutrientes y el biogás, pueden ser usados como fertilizantes y fuente de energía, mientras que los ingresos adicionales generados por este proceso pueden ayudar a cubrir los costes operacionales y de mantenimiento de las empresas especialistas en tratamiento de aguas residuales.

Al cuidar el agua, también preservamos este recurso para el futuro, con la protección del medio ambiente y sobre todo, con el aprovechamiento económico de nuestros propios residuos, lo que representa una gran oportunidad tanto para la naturaleza como para el desarrollo.